domingo, 23 de octubre de 2011


Pisar el cielo y no poder quedarse



Salón de los mejores vinos de España, Guía Peñín 2012

Palacio de Congresos, Madrid 13/10/11



Introducción

En algún lugar leí una vez que la mujer tiene severas dificultades a la hora de aceptar órdenes de un hombre. Dicen que el hombre lo lleva mejor, porque está genéticamente programado para acatar órdenes y obedecer al Macho Dominante de su tribu o grupo social. Por eso dicen que las mujeres son malas subordinadas, porque no están diseñadas para obedecer a un macho, sino para elegirlo.

No sé si estoy de acuerdo con esa teoría evolutiva, no me pongas esa cara, ya sabes que creo que hoy en día machos y hembras estamos igualados por la sociedad en la que vivimos y en la que somos educados, por lo que esta afirmación puede ser válida para unos y otras. Creo que en general las personas tenemos bien aprendida la obediencia a la jerarquía, lo que nos lleva a aceptar las opiniones de un individuo superior como si fueran ley. En el mundillo del vino pasa sobre todo con Robert Parker, y aquí, en España, en menor medida pero también poderosamente, con José Peñín. Si ellos dicen que sí, el vino es “de los grandes”, si no dicen nada, no lo es, o no se sabe, lo que es casi lo mismo.


Seguro que ya habías oído que estos días se presentaban los 100 vinos seleccionados por el Sr. Peñín y su equipo para su Guía anual, entre todas las muestras recibidas, de los mejores vinos de España. No sé si lo son todos los que están, pero que no están todos los que son es seguro, aunque eso no es importante, porque cuando se habla de gustos, enseguida aparece lo de “los colores” y el asunto queda zanjado. Para mí, las opiniones de alguien son, más que garantía de calidad, una demostración de un gusto personal, aunque en este caso se trate de un muy buen gusto cimentado con una sólida formación y aún más sólida experiencia, lo que nos permite pensar que este gusto personal es mucho más que un gusto personal y que, como la belleza clásica, puede ser generalizado al gusto de la mayoría de las personas. Un consejo siempre es algo muy útil, pero en nosotros está el cómo usar esta Guía una vez que la han puesto en nuestras manos, y nuestra es la libertad de aceptar o rechazar sus sugerencias en función de nuestros propios gustos.

Eran 100 vinos galardonados con las mas altas puntuaciones los que hubieras podido catar, más dos o tres más acompañando a cada uno de ellos, miembros de la misma familia (bodega) y que en algún caso a mí, humildemente, me gustaron más que el seleccionado. Por supuesto yo no caté 300 vinos, tú tampoco hubieras podido ni empeñándote, ni siquiera caté los 100 de la Guía. En realidad caté muy pocos, quince en total. Una razón fue el tiempo de que disponía (solamente un par de horas), pero no fue esa la Razón. Te la contaré más tarde, aunque estoy seguro de que, como me conoces bien, ya te la habrás imaginado.


El Salón


Me dan la copa al entrar, una, no necesito más. Me sonríen y me indican “Por ahí”, entro por ahí y me detengo, clavado al suelo de la entrada. El salón está LLENO, a pesar de ser muy grande. Y este “lleno” no es metafórico. Calculo mal, no sé, ¿10 por mesa? ¿1000 personas? ¿Más? Mucha, mucha gente. Analizo la situación intentando planificar mi recorrido, por dónde voy a abrirme camino. De haber estado allí te habrías aturdido sin duda. Mucha gente, mucho ruido, techos bajos, y mucho, muchísimo calor. Agarro mi copa con fuerza, no como si me la fueran a quitar, sino como para sujetarme a ella para no caerme desmayado, o para no salir corriendo presa del miedo. La abrazo contra mi pecho, atemorizado, y me pongo en marcha, sumergiéndome en la multitud. Tengo suerte, soy más alto que la mayoría y desde arriba echo un vistazo general, comenzando un recorrido alrededor del salón, sin detenerme en ningún lugar, solamente observando.



El vino conocido (1)

Vuelvo a encontrarme con Celler Pardas, y con su alma, Ramón Parera, a quien acompaña en esta ocasión su venerable padre Don Juan. Te habría gustado conocerlos, son dos personas fantásticas que, además, se adoran mutuamente. Es un momento hermoso, el de un reencuentro. Todo el mundo debería reencontrarse con sus seres queridos, alguna vez, aunque ello suponga el haber estado separados por un tiempo. Es intenso siempre el reencuentro, emocionante, aliviador. Un abrazo, una sonrisa que te dice que toda pena se ha olvidado. Un lugar que es mi casa, su mesa, de modo que me permito desembarazarme de corbata y chaqueta y dar un respiro a mi creciente agobio.


Los vinos por conocer

“¿Qué pruebo para empezar?” Y como Ramón sabe que no me refiero a su vino (todavía no) y como ya va conociendo mis gustos, me sugiere un vino Canario que a él le ha agradado mucho.


Bodegas Buten, D.O. Tacoronte (Tenerife)

Magma de Cráter 2006
Sobrado

El puntuado. Poder y potencia, va tan de sobrado que resultaría difícil encontrar una comida que lo aguante sin ser aniquilada. Un vino de copa, para tomar y saborear mientras se comparten algunas palabras. A mí me arañó con violencia el alma, y ya sabes a lo que me refiero cuando te digo esto.

“De Magma hemos hecho 500 botellas”, me dice el responsable, y se le iluminan los ojos cuando añade: “¡Pero este año sacamos 1000!” Y cuando le veo brillar los ojos, sé que he acertado con la primera cata.

 
Cráter 2005
Humilde

El hermano pequeño, más delicado que Magma, más suave y fácil de beber, sería capaz de adaptarse a cualquier acompañamiento que se le quisiera dar. Recuerdo a fresa ácida, largo en la nariz y nada acomplejado por su bárbaro hermano. Lo beberé a menudo, estoy seguro, es mucho más cercano a mis posibilidades, a lo que yo me puedo, me quiero, me debo permitir.


Dejo pasar varias mesas de los grandes, los vinos conocidos, los que producen muchas más de 1000 botellas al año, los que crean colas de catadores copa en mano esperando recibir misericordiosamente unas cuántas gotas de placer. Estoy seguro de lo que hago, aunque algo en mi interior, el interior consumista que me han enseñado a obedecer, me tienta con sus promesas de goce eterno. Pero resisto y me detengo en una mesa donde sólo hay una persona catando. Un joven rubio me recibe con una sonrisa, me saluda con acento y me ofrece su vino. Se trata de Jonas Tofterup, el benjamín de una familia danesa afincada en Málaga, donde hacen vino.

Bodegas Trenza Wines, D.O. Yecla

Trenza, Family Collection 2008
Astringente

El puntuado. Algo duro de taninos, se agarra por debajo de la lengua, pero viendo lo que el reposo puede hacer con él (añadas 2007 y, sobre todo, la 2006), valdrá la pena la espera.

Trenza, Z Strand 2008
Corpulento

No se produce el efecto del anterior, es casi como estar tomando una añada anterior del Family en cuanto a suavidad, aunque con más cuerpo.


Enfrente hay una bodega de la que nunca había oído hablar. Veo a algunos catadores con expresión de sorpresa en sus ojos. Una señorita me saluda y toma los mandos de las botellas, sirviéndome lo que tienen allí dispuesto. En este caso son tres los vinos puntuados.

Pago los Balancines, D.O. Ribera del Guadiana

Huno 2008
Integrado

No destaca nada del homogéneo conjunto, lo que provoca una gran calma al beberlo.

Huno Matanegra 2009
Mermelada

Fruta en compota, perfumado y dulzón, me imagino acompañándolo con quesos, como si fuera membrillo, para que nos sepa a besos.

Salitre 2009
Provocador

Realmente complejo y provocador, te recuerda a todo y te hace desear recordar a qué, pero no puedes recordar nada. Estructurado y sabroso, deliciosa esta garnacha tintorera.


Pedro, un amigo que sí está, me lleva de la mano hasta la excepción de la jornada, justo al lado de la mesa anterior. Estoy seguro de que te hubiera elegido a ti antes que a mí, y que tú hubieras sido a quien él hubiera arrastrado. Esta bodega tiene tres vinos puntuados, y una fama casi mítica que se sale de mis parámetros predeterminados para la jornada. Hay mucha gente frente a la mesa, mucha, y en la copa me sirven poco vino, muy poco.

Pago de Carraovejas, D.O. Ribera del Duero

Pago de Carraovejas 2007
Profundo

Está muy bueno este reserva, créeme, es un vino perfecto en el lugar que ocupa, sin aristas, sin fallos, sin estridencias, sin sorpresas… Tú ya sabes qué palabra utilizar para definir esta sensación. No es por él, es por mí, pero mi alma está blindada frente a sus encantos.


Nos hubiéramos entretenido un buen rato en la siguiente mesa, con nada menos que catorce vinos puntuados. Se trata de Avanteselecta, una distribuidora, o mejor dicho, un sueño, un proyecto personalísimo que aglutina a diferentes bodegas provenientes de prácticamente toda la geografía española. Sólo caté un vino de los que llevaban, uno del que había oído mucho hablar y que nunca hasta ahora se había cruzado en mi camino.

Dominio de Atauta, D.O. Ribera del Duero

Valdegatiles 2009
Distinguido

Elegante y refinado, diferente, una personalidad arrolladora, profundo y concentrado, balsámico y fresco, redondo y muy largo. Un vino extraordinario, emocionante, de los que hacen llorar. Un vino inolvidable, para disfrutarlo un rato y luego echarlo de menos siempre. Me quedé tan prendado de él que olvidé fotografiar la etiqueta, pero qué más da, una etiqueta no es más que una etiqueta, la belleza, siempre, está en el interior.


Sigo con mi amigo, y soy yo quién le arrastra ahora. Me hace mucha ilusión esta parada, pues es un vino de una tierra en la que recabo al menos una vez al año desde hace más de cuarenta.

Chozas Carrascal, D.O. Cava/Utiel Requena

El Cava de Chozas Carrascal
Refrescante

Un cava valenciano Brut Nature Reserva, fresco y ligero, muy afrutado, de burbuja pequeña y acariciadora, muy fácil de beber.

El Cabernet Franc de Chozas Carrascal 2008
Inquietante

Granate y cubierto; muy intenso y delicado en nariz; suave al inicio en boca pero de inmediato se abre y se extiende con fuerza, muy frutal, leves tostados y una evocación de gran oscuridad, algo que asusta no por ser un peligro, sino por ser diferente. Muy original.


Antes de volver al comienzo hago una visita a alguien cuyo nombre me es muy familiar: Peter Sissek. A él no le veo por ahí, te lo hubiera presentado, es un hombre cordial y sabio, pero sí que están dos personas de la bodega que dirige en Calonge, que con dedicación me ofrecen probar, atentos, sus vinos.

Celler Mas Gil, D.O. Catalunya

Clos D’Agon Blanco 2010
Exótico

Una invasión de frutas tropicales predominando los matices ácidos y frescos, pero con cuerpo denso que da la opción de tomarlo como copa nocturna o como refresco, a orillas del mar.

Clos Valmaña 2009
Amoroso

Sorprendente desde el primer suspiro de fresa y tabaco, llega a la boca suave, creciendo durante un largo rato, hasta que se va diluyendo, sin ninguna prisa, acariciándote como palabras de amor.

Clos D’Agon 2009
Apasionado

El hermano mayor, una vez desatada la pasión todo lo anterior pasa a palabras mayores. Concentrado con mil matices explosivos. Impresionante. Espectacular. Exuberante. Y como ya casi se acaba el tiempo, ocupo todo lo que me queda en degustar con deleite la última copa, que me sirvo generosamente yo mismo, de este voluptuoso Clos D’Agon.


El vino conocido (2)

Tenemos que irnos, pero antes vuelvo a encontrarme con Celler Pardas y con Ramón. Y otro reencuentro. Ahora sí que es el momento de coger la botella de Aspriú y volver a hacerme uno con ella, por un instante.

Celler Pardas, D.O. Penedès

Aspriú 2007
Tierra

Esta añada ya la había catado hace unos meses, en la Presentación de vinos del Penedès del año. No insistiré ahora en sus características, tan sólo en que se trata de un vino que es la perfecta expresión de la tierra donde nace, y más allá, de la historia, la cultura y la educación de quién lo hace. Hoy reconozco que ya no puedo ser objetivo: Ramón es mi amigo, y su vino tanto como él, pero como recuerdo muy bien la época en que no era así, y que entonces también me tocó el corazón, te habría dicho, como despedida o hasta pronto, que debes probarlo, sin condicional.


Epílogo

El Salón cierra, como nos recuerda insistentemente una voz por megafonía y una serie de camareros que se llevan las botellas de las mesas y casi te quitan la copa de las manos. Apuro mi Aspriu, salvaje y libre, me pongo la chaqueta y me preparo para salir. Aquí termina mi periplo, como un Ulises al fin llegado a tierra, ya en los brazos de Penélope.

Ya en la calle me hubieras mirado con cara de pasmo, y me hubieras dicho que te extrañaba que no hubiera catado los vinos “grandes”, los famosos, los carísimos de la lista. Yo te habría sonreído sin responder, seguramente. Porque es cierto. No he ido lista en mano siguiendo y persiguiendo (y mendigando y esperando el turno y la merced de ser servido) los vinos de mayor puntuación. Quizá haya sido un error, hubiera visto en tu cara al mirarte que lo piensas, una ocasión como ésta, tantos vinos buenos reunidos por una vez y no probarlos todos… Quizá me haya equivocado, pero, fíjate, si hubieras estado a mi lado yendo de mesa en mesa, conversando unos minutos con los responsables de esas bodegas pequeñas, familiares, que más que vino lo que producen son sueños, si hubieras visto los ojos con los que me miraban y esperaban dos palabras con mi humilde opinión, y luego su sonrisa al ver mi expresión sincera de deleite al sentir en mi boca y en mi alma las maravillas desconocidas que me estaban regalando, sus criaturas, entonces, lo habrías entendido sin necesidad de una palabra más. Creo que estas bodegas son realmente el futuro del vino en nuestro país. Cada uno de su padre, el que lo hace, y de su madre, la tierra de donde surge, diferente de los otros como entre sí lo son los hijos de diferentes padres. No siguen modas, no siguen costumbres, solamente son lo que son, y eso es lo que los hace realmente únicos.

Y, además, sin tener que cometer excesos económicos para gozar de ellos.


Algo muy personal

Dejo los otros vinos para otra ocasión. En cada momento de la vida hay que ser conscientes de las propias limitaciones y de lo que cada uno se puede permitir. Como una mujer insoportablemente bella, estos vinos son inalcanzables no por sí mismos, sino por la propia valoración que cada cual acaba haciendo de sus posibilidades y capacidades y, al final, de su propia existencia. Sabes que llegará el día de enfrentarme a esos vinos (y a muchos otros que tú ya sabes), pero eso será cuando esté preparado, y ese día estarás tú delante para ver cómo lidio con ellos. Me queda aún mucho camino por recorrer antes de llegar allí. Hoy no era el momento, no ya de vinos grandes, porque como los propios hijos todos lo son, sino ni siquiera de vinos muy caros, que es lo que hoy marcaba las mayores diferencias. Sin duda son algo para soñar, pero justo eso, por ahora prefiero seguir soñando con una cena con esos vinos a nuestro lado cuando llegue mi momento, susurrándonos en silencio lo que son, y ya no abandonarlos nunca.

Porque si uno pisa el cielo, es para quedarse en él.



2 comentarios:

  1. Me ha gustado tu post, sobre todo este párrafo que comparto al 100% contigo: "Creo que estas bodegas son realmente el futuro del vino en nuestro país. Cada uno de su padre, el que lo hace, y de su madre, la tierra de donde surge, diferente de los otros como entre sí lo son los hijos de diferentes padres. No siguen modas, no siguen costumbres, solamente son lo que son, y eso es lo que los hace realmente únicos."
    Yo suelo hacer los mismo que tú, voy a las bodegas pequeñas y desconocidas, y cuando hablas con ellos sientes que no sólo hacen vino, sino que lo sienten como suyo.
    Abrazotes,
    Mario
    www.elbaranda.com

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  2. Gracias Mario, yo cada día estoy más convencido de ello. El vino es emoción, y si además te puedes beber la de quien lo ha parido, la experiencia se completa. Un abrazo.

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